Buenos
días:
Hoy
os voy a revelar uno de mis mejores secretos, pero eso será dentro de un
momento. Antes os voy a hablar de Ella, de Nuestra Madre, de la Virgen María.
Hace
mucho tiempo, antes de que Jesús comenzara su vida pública, Ella, María, y su
hijo fueron invitados a una boda en Caná de Galilea.
Pues
resulta que en mitad de la boda se terminó el vino, probablemente porque los
novios no habían calculado bien, o porque no tenían suficiente dinero, o vete a
saber porqué… El caso es que María, que se dio cuenta de lo que había pasado y
del mal rato que estaban pasando los novios al no tener vino que ofrecerles a
sus invitados, fue a hablar con su hijo, y le dijo:
- Jesús, se les ha acabado el vino.
Jesús
le diría a su madre algo así:
- Pero mamá, déjate de chorradas, por favor… Que yo no he venido a la Tierra para tonterías de estas, sino para cosas más importantes. Además, todavía no ha llegado mi hora.
Y
María le respondió
- Hijo mío, quizá sean tonterías, pero para los novios es, en este momento, algo muy importante. Ayúdales por favor.
Y
Jesús, tras pensarlo detenidamente, reflexionó y tal y como nos cuenta San Juan
en su Evangelio mandó que llenaran unas tinajas de agua y las transformó en
vino, tras lo cual los novios y todos los invitados pudieron seguir disfrutando
de un día tan importante.
Y…
¿dónde está el secreto que os iba a contar?
Pues
el secreto está en la oración… En la oración a la Virgen María…
Y es
que, siempre que tengo alguna cosilla que me inquieta, y que sé que no es de
vital importancia, pero me inquieta, siempre le rezo a la Virgen María.
Porque,
tal y como pasó hace mucho tiempo en Caná de Galilea, hoy en día sigue pasando,
y María es sensible a esas pequeñas cosas que nos preocupan y ella habla con su
hijo y le pide por nosotros… Y los hijos, la mayoría de las veces hacen caso a
sus madres… Total, que al final, siempre, siempre, siempre, encuentro concedida
mi petición hecha en la oración. Y todo gracias a la intersección de Nuestra Madre, la Virgen María.
Así
que ahora, todos juntos, vamos a rezar un Ave María donde cada uno recoja
aquella pequeña necesidad suya o de cualquier persona que conozcamos. Seguro
que a lo largo del día, tenemos noticias de Ella, de María.
Dios
te salve María…
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